La he visto nacer, crecer y convertirse en la mujer que hoy es. Vino al mundo con los destellos de los flashes pegados a su piel, pero la única luz que le deslumbra es la de los genes raciales que corren por sus venas. Ha respondido a la llamada del arte con el respeto de quien venera la memoria ancestral de su abuela. Y es que descender de Lola Flores exige, como poco, tener un master en carisma y poderío.
¿Recuerdas el momento de ”mamá, papá ¡quiero ser artista!?
“(risas) No hubo ningún día en especial. Desde niña me gustaba mirarme en los espejos, ser muy teatrera, me gustaba que me presentaran y aparecía detrás de una cortina. El artisteo siempre estuvo ahí, pero no me he dado de cuenta que esto es lo mío hasta ahora, que lo estoy viviendo y disfrutando.
¿Y te acostumbras a llevar esta vida “en primera persona”?
“Ha sido un cambio, la verdad. Mi relación con la prensa sigue igual porque, desde niña, me he desenvuelto entre los focos, pero se me hace muy raro cuando me llaman para algo y la única protagonista soy yo. Ahora soy el centro de atención, me cuidan y los que están a mi alrededor es por mí.. Es una sensación rara, pero ¡me encanta!.¿Y sabes una cosa? cuando voy por la calle y me reconocen, ya no soy la hija de Lolita, soy Elena Furiase. Ahí sí que noto el cambio”.
¿Crea adicción ser el centro de todo?
“Sí (risas), ya sabes que yo siempre he sido muy egocéntrica. Siempre me ha gustado llegar a una fiesta y que todos me miraran, o que esté hablando y que todos me escuchen. Mis amigas, cuando empiezo a hablar, siempre dicen: ”¡foco!” y hacen la señal como que encienden uno para que me sienta en mi ambiente… pero, también tengo claro, que tengo que tener cuidado porque no siempre me van a admirar por lo que haga”.
Cuando decides seguir la estela artística ¿tu madre intenta disuadirte o te da consejos?
“Nadie podía hacerme cambiar de opinión así que me dijo, que hiciese lo que me gustara pero que no dejase de estudiar, porque hacer algo de provecho en los estudios en la familia Flores no venía nada mal (risas), pero siempre me ha apoyado. Si yo ahora estoy aquí es porque mi familia ha estado siempre a mi vera.
¿Produce vértigo haber nacido en la familia en la que estás?
“No he conocido otra. Cuando era niña lo asumía con total naturalidad, pero a medida que he ido creciendo y que la gente me admira más por ser una Flores, pues me intimida un poco porque implica mayor responsabilidad y respeto. Yo creo que paso un examen todos los días.
¿Sientes que te exigen más?
“Sí, pero lo asumo con naturalidad. Sé que me miran con lupa, porque mi familia ha dejado mucha huella, mucho arte desde hace cantidad de años. Supongo que esperan que dé la talla. Yo creo que no lo estoy haciendo tan mal y confío, no sólo en dar la talla, sino en mejorar la raza! (risas)
Tuvo que desaparecer tu abuela para que a tu madre le valoraran su talento. ¿Sientes que se repite la historia en ti?
“No. Mi madre es mucha madre y, al margen de la pasión de hija que siento, creo que es una artistaza increíble, que toca todos los palos, que es muy cercana, que se come el mundo. Es amable, muy profesional, que pocas veces ha perdido la compostura, pero Lola Flores era Lola Flores, no ha habido otra igual, era única. Hacía sombra a todas, incluída a su hija. Ha sido la primera y la más, una leyenda. A su lado era imposible sobresalir, porque su fuerza lo concentraba todo. Yo creo que me pesa más ser la nieta de Lola Flores que la hija de Lolita. Nunca me he visto a la sombra de mi madre porque ella ya se preocupa de no hacérmela”.
¿Es tu peor crítica y tu mayor fan?
“Sin ninguna duda, ya la conoces! Siempre me dice lo que piensa y, cuando es algo malo, lo adorna para que quede bien, evitando siempre hacerme daño. Nunca olvido que es mi madre y que puede no ser objetiva pero, aun así, cuando tengo una duda o algún miedo, a la primera que se lo voy a contar es a ella”.
¿Cómo sobrevives a sus opiniones?
“Escuchándole y apropiándome de lo mejor. Mi madre es muy visceral, de las que dice lo primero que se le viene a la cabeza. Hay que reposar lo que me aconseja y luego tomar la decisión correcta”.
¿Recuerdas el mejor piropo que te ha dicho?
“Que le habría gustado ser como yo de jovencita…pero también tiene sus arranques, eh?. Un día estábamos almorzando en casa con un grupo de amigos y, uno de ellos, dijo. ”la mejor actriz de la familia es Elena”. Le salió el temperamento Flores y dijo: ”no perdona, aquí la mejor actriz de la familia soy yo! A mi hija, como actriz, le doy una patada”. Creo que esa ha sido la peor crítica que me ha hecho” (risas)
¿Una, cuando se dedica a esto, está preparada para perder la intimidad?
“Creí que lo estaba pero, después de las fotos robadas del falso topless que me hicieron un verano hace años, cuando estaba en la playa con el que era en aquel momento mi novio, pues me he dado cuenta que no lo llevo tan bien. Yo no hago topless en la playa, pero esperaron un gesto mío, en el que se me viera el pecho descubierto, para vender las imágenes y cogerme de esa forma. Con esas fotos se violó mi intimidad y fue un shock para mí. Ahí me di cuenta que ya no soy una persona privada”.
Y nos quedamos charlando y recordando las múltiples vivencias que hemos compartido. Da un poco de vértigo ver cómo pasan los años en los ojos de quien ha evolucionado bajo tu atenta, cercana y minuciosa mirada. Y ese transitorio aturdimiento se convierte en orgullosa satisfacción al comprobar que, como ella quería, ha llegado a mejorar la raza.
entrevista—— AMALIA ENRÍQUEZ
Fotos———– JUAN TEJADA
Localización— HOTEL INDIGO Madrid
Coordinación— GABLONS Comunicación