Es digno hijo de sus padres. Ha heredado lo mejor de ambos. Tiene el físico de los Dominguín y la actitud vital del más puro Coronado. Lo mejor es su interior, actitud ante la vida, madurez y una serena espiritualidad que te envuelve. Aunque dicen que segundas partes nunca fueron buenas, él deja mal al refranero. Pintor, aventurero, filantrópico y risueño permanente, avanza en el mundo de la interpretación con calma pero con presencia. Acaba de estrenar dos películas, le espera otra y, cada tarde, le vemos en la serie de TVE, “Servir y proteger”.
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