JAVIER DE MIGUEL

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JAVIER DE MIGUEL

Tiene un sentido del humor que muchos están descubriendo ahora a través de su blog y los vídeos que “cuelga” en las RRSS. Es ocurrente, irónico, con una capacidad de improvisación que asombra. De niño gastaba sus ahorros en chucherías y bollos. Ahora es más sensato, no derrocha y tiene bastante tacto con su cuenta corriente. Su mejor arma de seducción es el humor, no le gustan nada las venganzas, admira la virtud de la retórica y aspira a dejar huella por haber hecho siempre el bien. Tiene muy claro, desde hace tiempo, que hay vida más allá de las pasarelas, por eso bebe la vida hasta el último sorbo.

-¿Cómo alguien con tantas inquietudes aterriza en la vida bohemia de la moda?

“Como la mayoría de los modelos por pura casualidad y de una forma muy accidental. Me descubrieron en una discoteca madrileña. Tenía 16 años, me propusieron un casting para un desfile, que en aquel momento yo no tenía ni idea de lo que era. Hablé con mis padres y me dejaron ir porque la prueba era a las 5 de la tarde y ya habría salido del colegio. Fui, me eligieron y el desfile era de Antonio Miró. Antonio Alvarado, que era quien diseñaba en ese momento para ellos, se convirtió en mi mentor. Él me consiguió los primeros trabajos y me llevó a mi primera agencia, en la que estuve muchos años. A partir de ahí, de una manera muy progresiva, fui compaginando trabajo y estudios hasta que, a los 21, al terminar uno de los cursos de Historia del Arte, me ofrecieron ir a Milán a los desfiles, donde me fue muy bien y ya no me bajé del “carro”.

-Así que la leyenda de “me vieron por la calle”, en tu caso se cumplió y te cambió la vida..

“En los modelos masculinos suele ocurrir así. Ten en cuenta que nosotros no tenemos vocación. Siempre ha sido una profesión rara para los chicos. Yo recuerdo que, estando en 3º de BUP, la madre de uno de mis mejores amigos no me quiso ver durante un tiempo porque era modelo y se suponía que no era buena influencia. De aquella la moda estaba asociada a malas praxis”.

-¿En casa lo entendieron mejor o eso de dejar los estudios por la frivolidad te trajo disgustos?

“El primero que pensaba que aquello era una aventura con principio y fin era yo. La experiencia de Milán fue buena, pero nunca pensé que definitiva. Cuando me confirmaron mi primera campaña importante y muy gorda con Gucci, ya me di cuenta que había que plantearlo en casa. La verdad que lo mío fue llegar y besar el santo, no me dio tiempo casi ni a pensar si debía hacerlo o no. Yo seguí matriculándome en los cursos, porque mi idea era hacer compatible ambas cosas, pero me surgieron tantas opciones de trabajo, que me fue imposible. Tengo que reconocer que, al hacerlo así, a mis padres los fui calmando y aceptaron con cierta naturalidad la aventura de su hijo”.

-¿Alguna vez te has arrepentido de elegir ese camino?

“La verdad es que no porque, casi todo lo que he sacado de ello, ha sido positivo. Afortunadamente no he tenido épocas duras, que es lo que te hace replantearte las cosas. Lo he visto en compañeros con muchas posibilidades, que han pasado etapas de trabajar muy poco y que no sabían qué hacer, porque no tenían plan B. Habían dejado los estudios, se habrían enfrascado en esa historia y volver a casa era, en cierta medida, un fracaso. Yo no me he visto nunca en esa situación que, de producirse, tampoco era culpa mía porque nuestro trabajo depende de otros”.

-¿Te has sentido privilegiado?

“Sin duda alguna, sobre todo antes. Ahora estoy ya más equiparado a mi entorno y mi generación. Todo está más normalizado  e, incluso, los sueldos ya son más parecidos. A mis 21 años ganaba muchísimo dinero, viajaba por todo el mundo, conociendo un montón de gente muy prestigiosa. Era algo anormal, pero nunca perdí la referencia de lo que estaba viviendo. Siempre tuve los pies muy asentados en el suelo”.

-¿Qué es lo mejor de todo lo vivido?

“Lo mejor de ser modelo es no tener jefe (risas). Tienes un booker, pero no es lo mismo porque es como un representante, que trabaja para ti. En el aspecto más banal, es una profesión que está muy bien pagada y luego, en el aspecto lúdico, la riqueza que te aporta el viajar y conocer el mundo, porque es la realidad. Pasas el tiempo, en las ciudades más increíbles del mundo, durante muchos años. Vives tu evolución personal y las de estas ciudades en paralelo”.

-¿Y qué hay de aquel Javier de 16 o 21 años en el hombre consagrado de hoy?

“Fíjate que sigo pensando que mucho, aunque ya no me veo como era antes. Ya no me puedo comparar. Me encantaría haberme grabado, durante días seguidos, para ver ese cambio. Ahora es más fácil. Yo tengo grabada mi vida en video gracias a las redes sociales. En el fondo, creo que no he cambiado mucho. Mi esencia es la misma, mi forma de ser, de comunicarme, de tratar a los demás es la de siempre. Nunca le he preguntado a mi familia y amigos si he cambiado, pero nunca me han dado un toque, así que eso debe de ser buena señal.

-¿Te has sentido utilizado alguna vez en este trabajo?

“Tengo que decirte que no, pero debo reconocer también que soy un poco despistado, tú lo sabes. Pero, ahora que me preguntas esto, me viene a la cabeza una amiga, con la que me llevo muy bien, y que últimamente solo recurre a mí para pedirme cosas. Igual es algo de lo que me dices, pero no puedo asegurar que me sienta utilizado, sobre todo porque pienso que, a nivel laboral, no puedo aportar mucho al que quiera beneficiarse”.

-Ahora se ha sumado a tu CV el papel de influencer ¿Ya notas que hay un motivo más para que la gente recurra a ti?

“Sinceramente sí. Yo tengo ahora una herramienta como es mi blog, que por las entradas y visitas que tiene, sé el alcance y la capacidad de influencia que puede llegar a tener. Mis seguidores son reales, no comprados ni fakes. En ese sentido, juego limpio. Sé que llego a la gente por el feedback que recibo. Yo no pretendo influir en nadie ni venderles nada, solamente escribo expresando mi manera de pensar, transmito una forma de ver la vida. Y eso se materializa en sentimientos, que es lo que percibe la gente. En esta etapa, cada vez queda menos del Javier de Miguel modelo. Mi boom ya lo tuve y ahora soy más un profesional con perfiles en RRSS, que transmite sus vivencias. Y me gusta mucho esta experiencia, estoy disfrutando con esta aventura”.

-¿Se ha convertido en un plan B vital?

“De momento es un plan B de transición, que está surgiendo de una manera muy natural. Las marcas ya me contactan para que saque su producto en redes sociales, no para que haga un catálogo. Y también está muy bien pagado. ¿Transición hacia dónde? Eso ya no te lo sé decir. Vivo el momento y me dejo llevar por donde la vida me conduzca. Igual me sorprende de nuevo, pero sí tengo claro que en la comunicación está el futuro”.

Y dejamos volar la imaginación pensando en el camino que nos espera. Soñar es gratis, dice el refranero, pero nada como conocer nuestras limitaciones para disfrutar de lo que obtengamos y no sufrir por lo que no conseguimos.

 

Entrevista: Amalia Enríquez

Fotos: Juan Tejada

Localización: Hotel Only You (Madrid)

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