La he visto nacer, crecer, convertirse en la mujer que hoy es y, muy pronto, en madre. Vino al mundo con los destellos de los flashes pegados a su piel, pero la única luz que le deslumbra es la de los genes raciales que corren por sus venas. Ha respondido a la llamada del arte con el respeto de quien venera la memoria ancestral de su abuela. Y es que descender de Lola Flores exige, como poco, tener un master en carisma y poderío.
http://www.elmundo.es/yodona/lifestyle/2018/07/25/5b3cc41dca4741296a8b45ba.html
(Foto de Juan Tejada)